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LA VISITA DE Mr. BOLSILLO A MANOS LLENAS


¡¡Señoras y señores!! ¡¡Por favor, abran
paso al coche oficial!! ¡¡Que ya llega!!

¡¡Viva!! ¡¡Viva!! ¡¡Viva!!

¿Qué quién nos visita?

Por favor, vaya pregunta...

¡¡Loa!! ¡¡Loa!! ¡¡Loa a él!!


¡¡Mr. Bolsillo a Manos Llenas!!

¡¡Bienvenido!! Permítame que

haga las presentaciones ante

este comité de bienvenida

que tanto ansiaba su presencia,

no sin antes hacernos las fotos

oficiales de rigor. Sí, hijo,

así funcionamos en este bendito pueblo.


Bien... ante usted, querido

Mr. Bolsillo, casi nada, don Paro

Cardiaco, aquejado de cinco millones

de zánganos que sólo piden un

trabajo y salario seguro... (los hay con valor).

Este de aquí, con cara de cordero

degollado, es don Sindi de los Catos,

portavoz de obreros y demás lindezas

(pero a cambio de cuatro duros come

de su mano, que yo se lo aseguro),

aquélla de allá, la insigne Sor Vistadora

de la Cueva, que se mantiene a la espera

de que le dilaten las cuatro paredes

de su Albergue Económico para

necesitados y muertos de hambre.


¡¡Hombre!! ¡¡Su eminencia el cardenal

don Roedor Valeriano!! Segurito

que viene a que le saque brillo a las

cuentas de su rosario (las de los

Misterios Gozosos, claro, porque las

de los Dolorosos...) ¡¡Ah!! Y la marquesa

doña Amadora Hogareña, a que le

firme en su libro de recetas varias

por cuatro perras, que la cosa está

muy achuchada, querido Mr. Bolsillo.


¡¡Aaaayyy!! Y este niño tan mono que se

le acerca para que usted le coma a besos

es Destinín Incierto, hijo de una descarriada

y a saber qué paleto del pueblo, que

anda buscando un futuro estable para

su aciago presente...


Y... ¡¡Oiga!! ¡¡Oiga!!

¡¡No se me escape, hombre de Dios!!

¿Pero a dónde va, Mr. Bolsillo

a Manos Llenas?


¡¡Que aún no hemos hablado de lo mío!!

¡¡Que ya ve usted en lo que ando!!


Nada... otro que se da a la fuga.

¿Alguien puede decirme el porqué?


(c) Isidro R. Ayestarán, MMXI