Al alba nuestros cuerpos
quisieron quererse,
tras haberse musitado
durante toda la noche
el nombre de su pasión
expectante, su ansia
de fundirse en un
solo cuerpo y una sola carne.
Al alba despuntó el deseo
en una mirada certera,
en un silencio pleno
al ritmo de dos manos
aferradas al éxtasis
poderoso de dos amantes...
(c) Isidro R. Ayestarán, 2012
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