Un año después de la última representación del anterior show, "Bohemian Cabaret", se estrenó el pasado 16 de noviembre "CARROUSEL- concierto de versos urbanos (y de los otros)", un nuevo espectáculo que analiza en verso y de manera satírica y profunda la situación actual del país.
Mano a mano, un Director de Pista alocado y una artista de mimo desmadejarán durante hora y media diversas atracciones circenses para hablarnos de la soledad, el paro, el 15M, los políticos, el mundo del circo y los payasos, el amor... y alguna que otra sorpresa.
Con músicas de Henry Mancini, Charles Chaplin, John Williams, Yann Tiersen, Andrew Lloyd Webber, Angelo Badalamenti, Moby, Michael Jackson y Queen entre otros, el verso, la sátira, la ironía y la reflexión se sirven, en este nuevo espectáculo, bajo una peculiar carpa de circo.
fotografía: (c) Patricia Gómez de la Casa
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Comienza a girar el Carrousel de la vida una vez que el Director de Pista arroja del escenario a la intrusa mimo. "Los jinetes pálidos" nos habla de dos vagabundos desde distintas ópticas de la vida: el que vive bajo cartones por los portales de la ciudad, y el anciando abandonado por todos.
fotografía: (c) Patricia Gómez de la Casa
fotografía: (c) Patricia Gómez de la Casa
la parte violenta del show, pistola en mano para el duelo sobre las calles de la ciudad con "Tiro al blanco" y "Balas sobre Mundo street"... y segundos antes de que la pistola se arroje al suelo y la mimo haga equilibrios sobre una bandera blanca.
"Ten cuidado, forastero, que este mundo no es lo suficientemente grande para los dos"
fotografía: (c) Patricia Gómez de la Casa
"Ten cuidado, forastero, que este mundo no es lo suficientemente grande para los dos"
fotografía: (c) Patricia Gómez de la Casa
tras la carta en verso al presidente del gobierno con el tema "El rey de todo el mundo" analizando la situación actual del país, se finaliza el número con "Estatuas silentes nocturnas", regalando en un único latido un certero corte de mangas a la vida que nos aprisiona por la falta de quimeras.
fotografías: (c) Patricia Gómez de la Casa
ERRANTE...
Crujen las candilejas sobre un teatro destartalado,
se apaga el eco infame de un aplauso fingido,
de la falsa palmada en la espalda de los
cretinos interesados,
esos aduladores mentirosos con ombligo propio,
¿ciegos... sordos... mudos...?
todos ellos de sonrisa profiden facilona
sin sentido alguno en sus vidas.
Mi nombre en un cartel hecho jirones,
luces de neón todas fundidas,
tonalidad desteñida en la paleta de colores
del artista venido a menos en su callejón
de sinsabores.
¿Quién recuerda ya los buenos momentos?
¿Quién recuerda lo que alguna vez tuvo brillo?
¿Quién recuerda, como se debe recordar,
al artista que reinó antaño sobre el escenario?
Sin respuestas,
sin una sólo porción de alivio,
sin nadie que cimente la ruina del
rapsoda que agota ya su último suspiro.
Y errante, por ciudades oscuras sin nombre.
Y errante, ante gentes que miran hacia otro lado.
Y errante, ante empresarios fatuos que ignoran
el pacto entre caballeros tras lo que se creía
un estrechón de manos sinceros.
Y errante, maleta en mano,
en busca de una nueva estación,
un nuevo escenario,
el calor sincero que me arrope de veras
pues quise ser artista y a un buen público
es a quien me debo,
a esas candilejas que crujirán de nuevo
al verme otra vez sobre un escenario.
(c) Isidro R. Ayestarán, 2012
se apaga el eco infame de un aplauso fingido,
de la falsa palmada en la espalda de los
cretinos interesados,
esos aduladores mentirosos con ombligo propio,
¿ciegos... sordos... mudos...?
todos ellos de sonrisa profiden facilona
sin sentido alguno en sus vidas.
Mi nombre en un cartel hecho jirones,
luces de neón todas fundidas,
tonalidad desteñida en la paleta de colores
del artista venido a menos en su callejón
de sinsabores.
¿Quién recuerda ya los buenos momentos?
¿Quién recuerda lo que alguna vez tuvo brillo?
¿Quién recuerda, como se debe recordar,
al artista que reinó antaño sobre el escenario?
Sin respuestas,
sin una sólo porción de alivio,
sin nadie que cimente la ruina del
rapsoda que agota ya su último suspiro.
Y errante, por ciudades oscuras sin nombre.
Y errante, ante gentes que miran hacia otro lado.
Y errante, ante empresarios fatuos que ignoran
el pacto entre caballeros tras lo que se creía
un estrechón de manos sinceros.
Y errante, maleta en mano,
en busca de una nueva estación,
un nuevo escenario,
el calor sincero que me arrope de veras
pues quise ser artista y a un buen público
es a quien me debo,
a esas candilejas que crujirán de nuevo
al verme otra vez sobre un escenario.
(c) Isidro R. Ayestarán, 2012