¿Y a tí quién te ha dado permiso
para que me consideres parte de tu ombligo?
Anda, dímelo, venga... con un par,
como lo has estado haciendo hasta ahora.
Y tú que te creías el rey de todo el mundo,
avalado por papeles tintados cada
cuatro años, cobrando derecho de antigüedad
a cambio de tu necedad constante y diaria.
El rey en un trono cuajaito de grana y oro,
con paseíllo en la arena manola y goyesca
del absurdo, con leones velando tu puerta,
la puerta del pueblo, ultrajada,
hecha jirones a cambio de palabras huecas,
mentiras, falacias, coitus interruptus
en la grada de los cachorros del Cesar
que mueren a cambio del derecho de pernada,
maná caído del cielo bajo mano,
bajo cuerda, bajo tu atenta mirada,
tu sonrisa infame y tu nariz esdrújula
moqueada por tantas horas en la cola del paro.
Y tú... que te creías el rey de todo el mundo,
mírate ahora, mofa en la pancarta certera
de quien lucha por su pan sobre la mesa,
un sueldo medianamente digno y un
aplauso al final de la jornada.
O Cesar o nada... emperador de todo el mundo,
ampliando fronteras en tu cintura hinchada
de tanto orgullo por un triunfo que nos robaste
desde un atril con banda sonora,
un público comprado y toneladas de papel mojado.
Y tú... que te creías el rey de todo el mundo,
ahora miras cada día hacia atrás
porque tienes un grano en el culo
que no puedes rascar.
Míranos,
somos un pueblo que ya no se sabe callar.
¿Por qué no nos ponemos todos a gritar?
(c) Isidro R. Ayestarán, 2012
para el nuevo show - estreno OTOÑO 2012