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los JINETES PÁLIDOS



Hoy te he vuelto a ver pasear

desde el portal donde habito,

donde cada noche me dejan dormir

cubierto por los cartones que a otros les sobran,

donde cada mañana me desayuno

con la miseria de la incertidumbre.



Has pasado tú, encorvado como siempre,

con tu taciturno semblante a la caza

de un nuevo día, sin importarte el ritmo

ni el decorado habitual de tu sendero.

                                            

Un lacónico saludo entre tú y yo

quebró momentáneamente el silencio.

El tuyo, tu silencio,

el mío, mi silencio…



Silencio,

y no porque nos falten las palabras,

sino porque nunca nadie quiso

detenerse a escucharnos.



Alcé la mano en señal de buenos días,

y como cada mañana, asentiste con

una tímida sonrisa. Luego, te alejaste

calle abajo, vida abajo, mirada abajo.



Hoy te volví a ver pasear ante mi portal.

Y hoy, inspirado, decidí acompañarte.

(c) ISIDRO R. AYESTARÁN
DE CUANDO QUISE ACARICIAR
EL CIELO CON MIS PROPIAS MANOS