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BAUTISMO

La frontera se llamaba
ilusión, sueño, despertar, quimera.

Y aventura, música, baile y aquello
que en otros tiempos se denominaba
como “vestir de domingo”.

Pude leerlo en sus ojos
faltos de vida tras haber
viajado por la tierra del miedo,
el silencio y el temor,

y nadé como nunca hacia
esa otra orilla,
con el impulso y el aliento necesarios
para poder ser bautizado de nuevo
con cualquiera de aquellos nombres
esperanzadores con que soñábamos
desde el letargo de nuestro túnel de noche.

Sí,

una brazada más, y ya amanece.

texto y fotografía: Isidro R. Ayestarán