No tengo sueño en esta noche
de soledad previa a un gran estreno.
No he hecho la cama en todo el día
ni me he quitado de encima el olor
del tabaco ni del exceso de la noche pasada.
Helado, agónico, tétrico muñeco de trapo
que puebla las horas insomnes
a golpe de tecla a falta de una caricia.
¿Estás? Quiero oírte, escucharte,
empaparme de tu sudor extenuante,
fundirme en el adentro de tu alcoba
en forma de cuerpo que crece y crece…
Pero no haré nada en las próximas horas.
Ya estoy cansado de ensayar mi próximo show.
Y prometo sorprenderte… aunque sea de oídas.
Dudo que vengas, que te dejes ver entre candilejas,
que te aproximes a este loco personaje
inventado para leer los versos de tu nombre,
llorar las lágrimas negras del viejo poema
que premió la nostalgia de tu persona,
y de otras palabras que el veneno hospedado
bajo mi chistera reparta a quien se lo merezca.
¿Estás entre ellos?
Yo aquí aguardo a la gran noche, al gran
momento del baile en forma de poema,
al piano de fondo con la voz de Eastwood,
y a que reconozca entre los aplausos
el sonido de tus manos, y que éstas me transporten
al viaje de aquellas caricias sobre la cama solitaria
que aguarda a este cuerpo exhausto y debilitado.
Pero, ¿sabes?
seguro que aunque no te vea entre la gente,
al apagar las luces del escenario, musite tu nombre
a modo de epílogo perfecto a mi montaje teatral.
Pero no has contestado… ¿Estarás?
de soledad previa a un gran estreno.
No he hecho la cama en todo el día
ni me he quitado de encima el olor
del tabaco ni del exceso de la noche pasada.
Helado, agónico, tétrico muñeco de trapo
que puebla las horas insomnes
a golpe de tecla a falta de una caricia.
¿Estás? Quiero oírte, escucharte,
empaparme de tu sudor extenuante,
fundirme en el adentro de tu alcoba
en forma de cuerpo que crece y crece…
Pero no haré nada en las próximas horas.
Ya estoy cansado de ensayar mi próximo show.
Y prometo sorprenderte… aunque sea de oídas.
Dudo que vengas, que te dejes ver entre candilejas,
que te aproximes a este loco personaje
inventado para leer los versos de tu nombre,
llorar las lágrimas negras del viejo poema
que premió la nostalgia de tu persona,
y de otras palabras que el veneno hospedado
bajo mi chistera reparta a quien se lo merezca.
¿Estás entre ellos?
Yo aquí aguardo a la gran noche, al gran
momento del baile en forma de poema,
al piano de fondo con la voz de Eastwood,
y a que reconozca entre los aplausos
el sonido de tus manos, y que éstas me transporten
al viaje de aquellas caricias sobre la cama solitaria
que aguarda a este cuerpo exhausto y debilitado.
Pero, ¿sabes?
seguro que aunque no te vea entre la gente,
al apagar las luces del escenario, musite tu nombre
a modo de epílogo perfecto a mi montaje teatral.
Pero no has contestado… ¿Estarás?
(c) ISIDRO R. AYESTARAN, 2009