
"Al queridísimo público a
quien tanto he echado de menos, a quien realmente me debo, de quien tanto
aprendí a golpe de su calor y su verdad en cada aplauso, en cada sonrisa
arrancada tras una frase ingeniosa o de mi particular manera de entender la
copla, y por tantas otras cosas que no vienen al caso en este preciso instante,
debo decirle y confesarle, y por tanto digo y confieso a viva voz, tal cual
suena, sin necesidad de anestesia o edulcorante alguno, que una vez que me
decidí a abrir de nuevo mis baúles, desempolvar mis estolas, pelucones, trajes
de fantasía y afinar la voz en dos pases de auténtica canción española, ya no
hay quien me pare, y que mi retorno al mundo del escenario es más que
inminente. Que tengo hambre de escena, vamos, y que si decidí exiliarme del
mundo de los camerinos y los focos en aquel aciago instante en el que me enteré
de que mi gran Sara Montiel se nos había ido del todo para siempre, igualita en
intensidad es mi decisión de volver a ellos. Y no es que se me haya pasado la
pena, no, pero si en aquella triste tarde en que peregriné junto al cortejo
fúnebre por toda la Gran Vía madrileña, llorando a mares y océanos mientras
contemplaba en el cine de Callao las grandes imágenes de aquella violetera
única e irrepetible, me dije a mí misma y mi misma inmensidad física que mi
vida artística carecía de sentido si ella ya no podía verme actuar, hoy, desde
este retiro espiritual en el que estoy dedicada a la oración y el recogimiento
– y a comer como una auténtica bestia marina, para qué vamos a engañarnos a
estas alturas de la vida –, he tomado la determinación de que el volver a los
escenarios es de necesidad vital para el menda, por ella, su memoria y por
mantenerla viva, qué coño. Que este mundo de la farándula cada vez es más raro
y falso, que ya no me creo ni los rigurosos directos de nadie, y que ante tanto
intrusismo de unos y de otros, las que somos auténticas por todos los costados
y geografías diversas debemos hacernos valer y respetar, como si la Agustina de
Aragón reviviera en cada poro de nuestra piel. A cañonazo limpio. "