Paraíso de nubes en el ocaso del sol,
destellos tenues sobre el filo de la navaja,
frases entrecortadas en el reino de los silencios,
sentimientos que se olvidan en un latido extraño
sin nombre ni fecha en el calendario.
Campanas a muerto a modo de réquiem,
- llevan a enterrar a una historia de amor -,
cortejo de besos y caricias ante la puerta del cielo,
ésa que quisimos arañar por un instante,
aquélla a la que convertimos en nuestra quimera.
Tules negros, sedas negras, lágrimas negras...
dos elfos de madera labrada a tus pies
haciendo guardia y vigilando tu sueño eterno,
alentando la cuna que atraviesa el Gran Canal
bajo el puente de los sueños rotos.
Yo allí, solo, agónico, exhausto, anhelante,
desmadejado, perdido y alejado de tu mirada
por este absurdo empeño mío de pintar el amanecer
con unos colores tétricos ajenos al alba de la magia,
de las caricias, de tu mundo, de tus manos tendidas.
No, no fui tu ángel, tu latido amigo, tu gesto sincero,
tu sonrisa abierta en este mundo de palabras muertas
ahora que el arco iris me aleja de la sombra inquieta
de aquel baile entre dos cuerpos.
Y yo aquí, cabalgando solitario.
Y tú allí, en tu eternidad.
Y nosotros, perdidos.
Y preguntas el porqué.
Y yo, sincero por una vez,
musito...
- Lo siento, no fui tu ángel.
(c) ISIDRO R. AYESTARAN, 2009
2 comentarios:
No hace falta ser el ángel de nadie, solo hace falta ser y estar.
Un abrazo, estupendo poema
Me dejo sin palabras este poema, no puedo decir nada mas...salvo que es precioso :)
Ojala algun dia pudiera escribir algo similar.
Un fuerte abrazo.
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