Anoche, las estrellas me alumbraron
con la intensidad de un sueño,
con el resplandor de esas quimeras
que dejan de ser utopías
para hacerse realidad.
Anoche, mientras le silbaba
a la oscuridad tu nombre,
el brillo de una de ellas atravesó
el corazón del poeta errante
para escribir su verso más certero.
Fue anoche cuando se me desveló
el secreto del significado de tu silencio,
de tus calladas respuestas,
de lo más profundo de tu mirada.
Y fue al alba, cuando al despertar
entre tus brazos, ya no hubo sueño,
ni meta ni horizontes, ni luz ni quimeras...
ni tan siquiera hubo noche.
Porque te encontré a ti de nuevo,
y en un solo gesto sincero,
eufemismo de la felicidad completa,
tú y yo comenzamos a ser uno
caminando aferrados a la ilusión
escrita con el fulgor de aquel viejo sueño.
¿Le recuerdas?
Es aquél que me dictaron las estrellas
la pasada noche,
justo antes de despertar junto a ti
y sonreírnos el uno al otro.
(c) ISIDRO R. AYESTARAN, 2009
2 comentarios:
Precioso,sinceramente tú con haces que nos transportemos a ese país, lugar de ensueños por unos instantes mientras te leemos...Besos.
P.D- Bonita foto...jajaj @>->--- ; )
Nunca es tarde para celebrar la llegada de los viejos sueños.
Un abrazo
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