Luces tenues alumbrando
mi callejón, el de los espejos
deformados de este rincón
oscuro en el que me enclaustraron
con voto de silencio.
Mudo ante los combates constantes
a los que me retaron dejándome exhausto,
vencido, sin fuerzas ni ganas por continuar
en este sendero carente de alma y sentido,
de una mirada ardiente que acierte
al convertirse en mi cómplice a la hora
de hacerme sentir vivo.
Sácame de aquí con tu luz cegadora,
con esa mano tendida convertida
en el deseo de huída hacia tus abrazos,
pronunciando tu nombre junto al mío
hacia la meta de ese horizonte donde
resucitan los amores perdidos.
Alúmbrame, sí. Conviértete en la brújula
que necesito para dejar de ser tu sombra
y sí una parte esencial de tu cuerpo.
Sácame de este callejón oscuro
en el que habito, torturado por
los golpes del destino y los besos
que nunca me dieron.
Sácame de aquí,
de la pesadilla de mi sueño.
Te necesito.
mi callejón, el de los espejos
deformados de este rincón
oscuro en el que me enclaustraron
con voto de silencio.
Mudo ante los combates constantes
a los que me retaron dejándome exhausto,
vencido, sin fuerzas ni ganas por continuar
en este sendero carente de alma y sentido,
de una mirada ardiente que acierte
al convertirse en mi cómplice a la hora
de hacerme sentir vivo.
Sácame de aquí con tu luz cegadora,
con esa mano tendida convertida
en el deseo de huída hacia tus abrazos,
pronunciando tu nombre junto al mío
hacia la meta de ese horizonte donde
resucitan los amores perdidos.
Alúmbrame, sí. Conviértete en la brújula
que necesito para dejar de ser tu sombra
y sí una parte esencial de tu cuerpo.
Sácame de este callejón oscuro
en el que habito, torturado por
los golpes del destino y los besos
que nunca me dieron.
Sácame de aquí,
de la pesadilla de mi sueño.
Te necesito.
(c) ISIDRO R. AYESTARAN, 2008