EL CABARET DEL VERSO
ISIDRO R. AYESTARÁN

(c) 2008 - 2020

Abandonado en la puerta de un camerino en un destartalado cabaret, fue educado por siete cómicos de la legua en las más variadas artes escénicas entre libretos teatrales, plumas de vedette, pelucas, tacones de aguja, luces de neón, cuplés, coplas, boleros, marionetas, carromatos, asfalto y un sinfín de desventuras que acabaron por convertirlo en un pseudo-escritor de relatos y poemas que recita por escenarios de más que dudosa reputación junto a los espíritus de Marlene Dietrich, Bette Davis y Sara Montiel, quienes lo acompañan desde niño en sus constantes viajes a ninguna parte.

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SOBRE "EL CABARET DE LOS SUEÑOS", EL SHOW DEL COLILLA QUEENS


UNA CRÓNICA DE JUANJO GALÍNDEZ

¿Por qué no estás ahí? Yo estoy sinuosamente socorrido por las lentes del destino.

¿Dónde te hallas? Casi pude tocarte esa noche helada en la que acariciaste mi intención. Él parece saber de qué se trata. De qué puede tratarse, dado que andamos lamiendo andamios, sosteniendo el alma. La primera noche entre colillas y reinas, un rey reina reinaba e inhalaba, exhalaba... Ufff... Despacio, con maquillaje y sin lentejuelas, rasgo a rasgo, resquebranjando miradas cardinales excepto al sur, ése que reserva para el que nunca vuelve... O para el que nunca llama... Sea quien sea, él siempre interpreta su sabor entre frambuesas natas y apoteósicas mentas que refrescan regularmente su exquisita locura cotidiana.

Este martes entré, y ante mí dispusieron a Oki, como una pantera de ojos ignífugos y afrodita guerrera. ¡¡Pechos fuera!! Gacela de mil miradas alrededor de ninguna y todas bebiendo de su boca. Retazos de altruismo maldito, entre tientas se besaban como en la canción de Francoise Hardy, ellos con ellos, ellas con ellas, de la mano, de la boca... Quiero decir que recitó desde el músculo, desde la piel, desde cada uno de sus huesos, limando lo que nunca queda, como si lo supiera, se consumió una explosión de altura.

La lluvia mojó el pálpito y el último púlpito de cuando creías que era la noche en la que todo se arregla. Estallaba de nuevo la locura. Divina locura. Creo haber sido testigo de un recital que nunca se rindió. Aunque habló de los amantes condenados y de los niños hambrientos, aunque no mencionó a los apartados. Los brindó todas y cada una de sus vocales ávidas de pasión. Todos y cada uno de sus versos, ellos tan perros, ellas tan lacias... Todos tan amigos, y al final amargos habitantes del mismo suspiro, estábamos allí. Alberga aumentos cuando recuerdo su deslizante nombre en la noche... Isidro Ayestarán. Sí, Isidro. Allí estábamos todos, y cada uno de nosotros olvidó su nombre por una noche y por tu emoción, esa emoción que no cabe en ningún nombre extraño.

¿Estabas allí? Ya lo dice su nombre... Allí estará.

Y debo decir que me alegro de haber sido uno más. Cuando todo se apague no quedarán más que sensaciones. Quien te abastezca de espíritu es buen asceta.

Un valiente suicida luchando contra la ventisca.

Sinceridad experta.

Gracias Isidro.

Se levanta el telón en este mundo de fieras, al ritmo del "Cabaret" de John Kander, un baile diferente entre el Maestro de Ceremonias y una corista especial y maravillosa (mi gran Oky).

Los versos de "Disoluta colombina", al ritmo del "Moonriver" de Henry Mancini, dan comienzo al show, lleno absoluto en el Colilla Queens.

El corte de mangas a la vida demoledara y agónica que atormenta al personaje de "Estatuas silentes nocturnas", al ritmo del "Memory" que Andrew Lloyd Webber compusiera para su musical "Cats"

La agonía del amante herido para los versos de "Caminando con mi soledad", con la extraordinaría y evocadora música que Alberto Iglesias compusiera para la película "Lucía y el sexo"


Duelo de esgrima para "La nave del recuerdo", al ritmo del "Future lovers" de Madonna, para finalizar la primera parte del show.

La soledad del escritor bohemio, alcoholizado de absenta, que hilvana versos al amor perdido con el aura de los autores malditos, con la voz del Clint Eastwood de "Gran Torino" de fondo.

El baile con la muñeca en "Las sonrisas mudas", el homenaje a las víctimas inocentes de todas las guerras.


Apoteósis final con el número musical "Es mi vida", interpretado por Raquel Olmedo