EL CABARET DEL VERSO
ISIDRO R. AYESTARÁN

(c) 2008 - 2020

Abandonado en la puerta de un camerino en un destartalado cabaret, fue educado por siete cómicos de la legua en las más variadas artes escénicas entre libretos teatrales, plumas de vedette, pelucas, tacones de aguja, luces de neón, cuplés, coplas, boleros, marionetas, carromatos, asfalto y un sinfín de desventuras que acabaron por convertirlo en un pseudo-escritor de relatos y poemas que recita por escenarios de más que dudosa reputación junto a los espíritus de Marlene Dietrich, Bette Davis y Sara Montiel, quienes lo acompañan desde niño en sus constantes viajes a ninguna parte.

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En tu obra hay una gran variedad temática ¿te atreverías a describir la esencia, la columna vertebral de tu trabajo poético?

Sin lugar a dudas, y tal y como aparece en la introducción de mi libro, el verdadero leit-motiv de toda mi obra es el mundo de los sentimientos, ya sea desde la óptica romántica, analizando pormenorizadamente el amor y sus consecuencias más amargas (desamor, abandono, soledad…), o desde el punto de vista social, como cuando reflejo en mis versos, relatos o fotografías el alma de los perdedores en la vida, los considerados “ceros a la izquierda”, la gente a quien el espejo no les devuelve una sonrisa, viviendo en un constante nudo en la garganta y el corazón, los niños que sufren la violencia de los mayores, que resuelven sus neuras a base de conflictos armado, o todos aquellos que son ejecutados porque no se ciñen a las normas arcaicas dictadas por sus gobernantes o líderes religiosos, como es el caso de los homosexuales en países como Irán o el de las mujeres que mueren lapidadas al cometer adulterio. A ellos va dedicado mi “Cabaret de los sueños nocturnos”: a los hambrientos de amor, a los que mueren por culpa del abandono, a los que son exterminados por su forma de ser o pensar… y, especialmente, a todos aquellos que se detienen, aunque sea por un breve espacio de tiempo, a soñar una vida mejor.

Quizá, de ahí, que en el mini-show que ofrecí en la librería La libre el pasado 5 de junio, introduje al público en mi “Cabaret” a través de la voz ronca del Clint Eastwood de “Gran Torino”, ya que transmite a la perfección la esencia de mi poesía.


Eliges el cabaret para presentar la obra al público ¿Por qué?

Porque decidí presentar mi trabajo, a partir de diversos espectáculos teatrales, como si todos los ingredientes de la vida que he descrito antes estuvieran expuestos en un gran escenario, siendo desgranados por un “Maestro de ceremonias” un tanto peculiar: el personaje que inventé para la ocasión, y que en los shows de mayor duración cambia de vestuario, pasando del negro al blanco como metáfora de las dos caras de la moneda.

Además, consciente de que la poesía es algo muy minoritario, pensé que debía llevarla al mayor número de gente, haciendo un espectáculo que sirviera para, no sólo deleitar a los amantes de la literatura y la poesía, sino también para hacerlo llamativo, utilizando músicas de fondo, coreografías, juegos de luces, atrezzo..., y así, intentar despertar a la gente a los verdaderos problemas de este mundo loco en el que habitamos. De ahí que yo no ofrezca recitales de poesía “al uso” o me limite a leer mi trabajo sentado en una silla. Eso, en mí, es imposible. Si me quedara quieto sobre el escenario, siento que no sería capaz de transmitir lo mismo.

Ése es mi verdadero empeño, con mayor o menor fortuna.


¿Son ‘malos tiempos para la lírica’? ¿Por qué? ¿Por qué seguir haciendo poesía?

Pienso que la poesía es el arma certera para poder transmitir todo aquello que me dicta el corazón. Por eso la uso y la escribo, sin pararme a pensar si la poética es algo desfasado o, si me apuras, el lenguaje “exquisito” de los más petulantes. Yo no voy por ahí.

Si bien es cierto que en estos tiempos que corren, donde la informática, los sms y demás lindezas han cambiado el rumbo de las comunicaciones, haciéndola más inmediata y directa, coincido con la opinión de Chaplin, cuando en su famoso discurso para “El gran dictador” decía aquello de que “el mundo va más rápido, pero siente cada vez menos”. Ahí radica el secreto de seguir escribiendo poesía. Sentimiento puro y duro.


En el “Blues del asfalto” sugieres que “nadie hace nada”? ¿Qué se debería hacer para evitar las “sonrisas mudas”?

Citas dos de los poemas de los que más orgulloso estoy. “El blues del asfalto” es un resumen del prólogo del libro, la esencia de la que hablábamos en una pregunta anterior, pasando desde la soledad de las prostitutas o las mujeres maltratadas, a la violencia de las cargas policiales, los atentados terroristas o los niños que lloran sin que nadie haga nada por ellos. “Y como una noria, todo vuelve a girar… todo vuelve a repetirse”. Y no es que sugiera que nadie haga nada para cambiar todo aquello, lo que aseguro con voz muy alta es que quien sí pone interés en intentarlo, se ve rodeado por continuas cortinas de humo que minimizan las voces alzadas contra las injusticias.

Las sonrisas mudas”, mi canto a la paz desde la óptica de los niños que mueren en las guerras, es uno de los poemas más duros del libro, y en su versión teatral para los distintos espectáculos, uno de los más emotivos, pues al final, mientras suenan los compases de “Once upon a time in the west” de Ennio Morricone, me marco un baile con una muñeca rota.

¿Y qué hacer para evitar las “sonrisas mudas”? Quizá si los gobernantes dejaran de mirarse al ombligo, y si el pueblo despertara del letargo al que le someten y dejara de estar influenciado por ideas partidistas y fanáticas, pensaría por sí mismo y vería con total claridad que la violencia no es el arma para resolver nada. Lamentablemente, hay gente que lo “soluciona” todo por la vía rápida mientras todos los demás aplauden gozosos y satisfechos.

Desde mi modesta posición, lo único que puedo hacer es seguir denunciando lo que me parece injusto, bien sea desde un escenario o desde la letra impresa.

Ya lo dice un slogan de Amnistía Internacional: “si no se habla de ello… es como si no existiera”.


Lo marginal se presenta con belleza en la línea de los poetas malditos, ¿qué es lo que más te atrae de lo marginal, lo que te produce admiración y/o ternura?

Más que admiración, es ternura. Y llevas razón, ya que de siempre se ha asociado marginalidad, sordidez y decadencia con el aura de los escritores malditos. Me parece mucho más interesante retratar, por ejemplo, la vida rota de un chapero adolescente, como en mi cortometraje fotográfico “Tiovivo nocturno”, que el hablar de los triunfadores de la vida. No sé… Clint Eastwood también siente predilección por los perdedores; Chaplin veía la vida desde la óptica del vagabundo; John Ford se recreaba en los primeros planos de los que ansían una vida mejor de una manera asombrosamente poética. Y no es que estos tres pilares en los que me inspiro estuvieran encuadrados en lo que se entiende por autores malditos, pero también se veían atraídos por ese lado real de los que pueblan este mundo.

Las historias de amor y lujo tenían su gracia cuando era pequeño, cuando me “fumaba” las clases para deleitarme con “Dinastía” y “Falcon Crest”, pero a medida que van pasando los años, la mirada y el corazón van dirigidos, inexorablemente, a quienes de verdad se lo merecen: aquellos que sienten la necesidad de aferrarse a una ilusión para seguir adelante en la vida.


La temática LGTB queda reflejada en tu canto al amor en general ¿Consideras importante salir del paradigma heterosexual en poesía? ¿Cuál es tu actitud al respecto?

Al hablar de amor, no lo hago ciñéndome en etiquetas ni opciones sexuales concretas, sino que hablo del sentimiento en general, ya que entiendo que sólo existe una única forma de amar: aquélla en la que se pone el corazón por mucho que haya gente y/o sectores que intenten demostrar lo contrario. Allá ellos. Obviamente, y partiendo de mi compromiso con el ser humano, he de apuntar a quienes se ven rechazados por su condición homosexual, a los que aún deben esconderse para poder amar a sus parejas (realidad aún latente por muy avanzada que creamos que está la sociedad), a los que no se atreven a confesar su amor por gente del mismo sexo. Y muchos me critican por abanderar la bandera del arco iris considerando que la poesía no debería utilizarse para proclamar ciertos derechos. Pero yo no me puedo quedar callado viendo cómo el mundo se lava las manos ante, por ejemplo, el exilio político de un adolescente, cuyo novio fue ejecutado en Irán por contravenir los dogmas de la Ley Sharia, y que va mendigando por diversos países el que lo acojan para evitar el que lo extraditen a su país, donde le espera el mismo final que a su pareja. ¿Es qué el mundo está loco? ¿Cómo se puede consentir el que cientos de miles de personas se manifiesten de una manera parecida a la Inquisición de Torquemada contra algo tan evidente como es el que dos personas que se quieren, se acojan al derecho de estar juntas de manera legal? No, no me puedo quedar callado.

Una historia de dos”, mi cortometraje fotográfico más visto en You Tube, con más de 40.000 visitas, es mi canto a todos ellos y ellas. “A flor de piel” y “El lugar donde ya no se pone el sol” son mis pilares en forma de verso respecto al rechazo que gays y lesbianas sufrimos a diario. Y mis imágenes, mis versos y mis espectáculos, siempre serán una mano tendida a quienes sienten con el corazón y aman según sus propios impulsos. Faltaría más.


¿Has hecho cine? ¿Otras disciplinas artísticas? Cuéntanos…

Me hubiera gustado aprender cine, ya que siempre he escrito con una técnica muy cinematográfica. De hecho, escribí muchos guiones de cine con la esperanza de que se materializaran en la gran pantalla, incluso me asocié con un actor local y fundamos AGC con el propósito de dar el gran salto, asistiendo, por ejemplo, al rodaje de “La playa de los galgos”, película que Mario Camus rodó en Castro Urdiales.

Con los montajes fotográficos en You Tube me he sacado la espinita, haciendo realidad (de una manera muy modesta en cuanto a medios) mi afán por transmitir mediante imágenes lo que reflejo en mis versos. De hecho, “El lugar donde ya no se pone el sol” lo filmé en imágenes, convirtiendo mi propia casa en un estudio, con decorados, cámaras, luces y un equipo de diez personas.

Me he atrevido también a fotografiar en exteriores, en la playa de Galizano, donde realicé “El sueño de las musas”, una historia gótica y tenebrosa donde unas musas horrendas inspiraban a un escritor en apuros a realizar su obra más personal. Y por las calles de Santander también he realizado gran parte de mi trabajo, para asombro de la gente que pasea tranquilamente y se encuentra de golpe con un grupo de locos que, cámara en mano, dan rienda suelta a su locura por crear.

Respecto a otras disciplinas, y de manera totalmente autodidacta, he compuesto canciones, música, y el diseño y las coreografías de mis espectáculos también son obra mía. Soy consciente de que debo pulir ciertos aspectos, pero tiempo es lo que me sobra…


Próximas actuaciones y anotaciones que hacer para la introducción de la entrevista.

Ahora mismo me encuentro preparando con OKY, el maestro del transformismo del Colilla Queens de Santander, nuestro nuevo espectáculo de teatro y poesía, tras el éxito cosechado con los dos shows anteriores, “El show de los sueños” y “Muñecas de cristal”, donde iba desgranando mi libro a modo de revista musical, intercalando números coreografiados a modo de cabaret el primero, y como homenaje a la mujer en el segundo.

Este tercer montaje, del que sólo puedo adelantar que será un canto a la vida, describiéndola desde diversos puntos de vista, será menos dramático que los anteriores, aunque la carga profunda seguirá haciendo acto de aparición.

Y por lo demás, sigo promocionando mi “Cabaret de los sueños nocturnos”, buscando locales por la ciudad, y con la idea de exportarlo a otros puntos de España, donde sé que me esperan con los brazos abiertos.

Y quién sabe, quizá para el invierno, aparezca un nuevo libro.

De momento, seguiré realizando nuevos montajes fotográficos para You Tube y el Canal Hispanista Tv, así como alguna colaboración apalabrada con la cadena local AquiTV.

La música del cabaret, seguirá sonando durante mucho tiempo todavía.


realizada por Patricia Manrique
para el próximo número del periódico DIAGONAL CANTABRIA