Ardía en deseos por encontrarte de nuevo, por aferrarme y no soltarme nunca más de entre tus brazos, por calcular el alcance de tus miradas y la distancia que me separaba de ellas, por regodearme en tus caricias y morir bajo el sabor perpetuo de tus besos.
Le insultaba a la vida por haberte alejado de mi lado, te olvidaba entre otros nombres y otros cuerpos, esquivaba nuestros caminos, nuestros locales, nuestras canciones. Mi memoria te rechazaba... y mi corazón te ignoraba.
Hoy has vuelto a mí y he olvidado aquel primitivo rencor, y le agradezco a la vida este reencuentro, y te recuerdo en cada suspiro como si nunca te hubieras ido, al tiempo que volvemos a nuestros ambientes, aferrados el uno al otro, envueltos en mil caricias mientras nuestros cuerpos se reconocen en cada milímetro.
Y esta noche, ganaremos juntos la batalla del deseo para morir en pleno delirio de éxtasis.
Sólo pido que cuando amanezca el nuevo día, tú sigas junto a mí para confirmar que tu ausencia tan sólo había sido un mal sueño, y que nunca más volveremos a perdernos el uno del otro.
fotografías: ISIDRO R. AYESTARÁN (c) 2010