Luces
tenues alumbrando
mi
callejón, el de los espejos
deformados
de este rincón
oscuro
en el que me enclaustraron
con
voto de silencio.
Mudo
ante los combates constantes
a
los que me retaron dejándome exhausto,
vencido,
sin fuerzas ni ganas por continuar
en
este sendero carente de alma y sentido,
de
una mirada ardiente que acierte
al
convertirse en mi cómplice a la hora
de
hacerme sentir vivo.
Sácame
de aquí con tu luz cegadora,
con
esa mano tendida convertida
en
el deseo de huída hacia tus abrazos,
pronunciando
tu nombre junto al mío
hacia
la meta de ese horizonte donde
resucitan
los amores perdidos.
Alúmbrame,
sí. Conviértete en la brújula
que
necesito para dejar de ser tu sombra
y
sí una parte esencial de tu cuerpo.
Sácame
de este callejón oscuro
en
el que habito, torturado por
los
golpes del destino y los besos
que
nunca me dieron.
Sácame
de aquí,
de
la pesadilla de mi sueño.
Te
necesito.
(c) Isidro R. Ayestarán
DE CUANDO QUISE ACARICIAR EL CIELO CON MIS PROPIAS MANOS