Contaría las brazadas que me
restan por alcanzarte,
las noches a la luz de las
estrellas
por fundirme en tu mirada, las
lágrimas
furtivas al nombrarte, ese nudo
en la garganta
obligado mientras esquivo el
primer plano
al otro lado de la barca.
Por ti, sólo por ti, surcaría
esta calzada
asfaltada de miedo y silencio,
por abrazarte de nuevo, retornar
al juego
de las sonrisas infantiles y
sentir la aventura
de la vida en cada poro de
nuestra piel.
Esta misma piel que me arrancan a
tiras,
desollada por la carroña
burócrata
que utiliza la mentira y la nada
más absoluta
para pulir su trono de mierda.
Por ti, sólo por ti,
que eres lo que de verdad merece
la pena,
por quien me desalojo de la
madrugada
para soñarte, por quien me
abandono
en mis pensamientos al faltarme
horas para anhelar
el regreso a casa.
(c) Isidro R. Ayestarán, MMXVII