El vídeo que recoge el número inicial de la gala. A ritmo de requiem, de canto fúnebre al son de las campanas, el rapsoda entierra a la muñeca de trapo, metáfora poética de la pérdida de la inocencia y la infancia. Luego, mientras suenan los compases del aria "Pagliacci" de Ruggero Leoncavallo, el primer poema de "Acariciando el cielo", la pesadilla del artista, el sueño del poeta, el entierro del niño artista:
"Cuatro payasos llevaban su féretro, con su cara blanca, con surcos de haber llorado, dando certeza a la leyenda que reza que no hay artista más triste que el que borra su sonrisa al portar el silencio del aplauso sobre sus hombros".