EL CABARET DEL VERSO
ISIDRO R. AYESTARÁN

(c) 2008 - 2020

Abandonado en la puerta de un camerino en un destartalado cabaret, fue educado por siete cómicos de la legua en las más variadas artes escénicas entre libretos teatrales, plumas de vedette, pelucas, tacones de aguja, luces de neón, cuplés, coplas, boleros, marionetas, carromatos, asfalto y un sinfín de desventuras que acabaron por convertirlo en un pseudo-escritor de relatos y poemas que recita por escenarios de más que dudosa reputación junto a los espíritus de Marlene Dietrich, Bette Davis y Sara Montiel, quienes lo acompañan desde niño en sus constantes viajes a ninguna parte.

Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita del titular del "Copyright", bajo las sanciones establecidas en la Ley de Propiedad Intelectual, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático.

NIGHT & DAY (v.2014)

La pared resalta estantes de libros,
sus lomos pintan títulos desteñidos,
como si los poetas se hubieran dormido
o se hubieran puesto de acuerdo en este
despistado escondite inglés.

Hay destellos de luces tenues por los rincones,
música de jazz con voz ronca al micrófono,
con ese chasquido propio de los vinilos
de otros tiempos. Lo de ahora... bueno, es otra cosa.

Hay polvo en las botellas,
desgana en torpes miradas,
rutinaria procesión de la mesa a la barra
atestada de confidencias y colillas secas.

Puede que al corazón de los enamorados se
le propine un coscorrón para ver si espabila
ante tanto estúpido "volver a empezar",
ante tanto vagar errante por el desencanto
tras los continuados rechazos.
O qué sé yo...

Tal vez vuelva a soñar con regresar a tu lado,
con retomar las charletas con los amigos
de aquellos tiempos tan lejanos, o quizá
dedique mis horas a sacar brillo a las empuñaduras
de todo lo que tengo alojado
en mis espaldas.
Qué más da...

La madrugada avanza lenta ante mi mesa de mármol,
en esta cueva prefabricada en lo alto de la cúspide
donde las pinturas rupestres adoptan la forma e imagen
de un recuerdo que prefiero que se lleve el viento…

Sin más opción que la de seguir mi camino
como mejor sé hacer, a golpe de verso,
siendo testigo involuntario de tantas miradas silenciosas,
de tantos rincones ávidos de ser colmados por mil vivencias,
confidencias mientras despunta el alba en este recoveco
de vida y grandes momentos,
una tasca olvidada, como de otros tiempos,

pero lo más cerca del cielo que he estado nunca.


(c) Isidro R. Ayestarán - 2010/14