En otoño, y bajo el
sello Émepe de la editorial MundoPalabras, "DE CUANDO QUISE
ACARICIAR EL CIELO CON MIS PROPIAS MANOS" verá la luz. Un
compendio de pequeñas historias en verso sobre los grandes fracasos de unos
personajes que agonizan en un asfalto de decepciones, miseria y soledad, escritas en plena crisis económica, de
valores, política, social… y, por qué no, crisis también de sentimientos.
Con el pleno deseo de superación personal,
los versos de “Volar” y “Sin red”, primero y último poema de
esta obra poética cuyos títulos forman así un conjunto compacto a modo de
leit-motiv de toda la obra (volar alto,
muy alto, por encima de los sueños que alimentaba en la infancia), se
mueven al compás de una serie de poemas donde la soledad y el desamparo de unos
personajes, esculpidos por la decepción y el desencanto por una sociedad mal
dirigida y peor representada, les llevan inexorablemente a vagar por callejones
metafóricos a la búsqueda y captura de un último aliento de soplo fresco.
Influenciado por el mundo del cine de los
años 40 y 50, sobre todo por el neorrealismo italiano de gente como Rossellini,
Fellini y De Sica, varias de sus imágenes y sus bandas sonoras han inspirado
los versos y los sueños de aquella vagabunda que fuera musa de un gran poeta, o
de aquel otro gran artista que había muerto varias veces a pesar de salir a
escena con la sonrisa vistiendo siempre sus mejores galas.
Escrito a caballo entre Santander y Madrid,
por sus calles, sus plazas, sus cafés, sus locales de madrugada, con el papel y
el bolígrafo siempre a punto para captar aquella determinada imagen, aquella
ráfaga de conversación o el silencio de una compañera de mesa capaz de
expresarlo todo sin mediar palabra alguna… para lograr poemas que hablan de la pareja
de mendigos que piden limosna mientras sólo se tienen el uno al otro, del preso
político que espera un guiño cómplice antes de su ejecución, del soldado que
parte al frente de batalla y le escribe una última carta a su mujer, del
escritor en ciernes a la caza de la inspiración… o como la de aquel que
prometió a su pareja el salir del bache en que se encontraban,
a golpe de tecla, a golpe de verso…
“como
si la vida sólo dependiera de un poema… aunque nunca tuviera premio”.