EL CABARET DEL VERSO
ISIDRO R. AYESTARÁN

(c) 2008 - 2020

Abandonado en la puerta de un camerino en un destartalado cabaret, fue educado por siete cómicos de la legua en las más variadas artes escénicas entre libretos teatrales, plumas de vedette, pelucas, tacones de aguja, luces de neón, cuplés, coplas, boleros, marionetas, carromatos, asfalto y un sinfín de desventuras que acabaron por convertirlo en un pseudo-escritor de relatos y poemas que recita por escenarios de más que dudosa reputación junto a los espíritus de Marlene Dietrich, Bette Davis y Sara Montiel, quienes lo acompañan desde niño en sus constantes viajes a ninguna parte.

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LA FLOR MARCHITA


Ya nadie se acuerda de ella,
de lo que triunfó, de las portadas
que ocupó en grandes letras,
del glamour que sólo ella desprendía.

Flor marchita que un bun día
emocionaste desde tu escenario,
y que ahora, errante, surcas
el sendero de un adiós.

Ya nadie te recuerda,
ignoran quien fuiste,
lo que brillaste al
alzarse cada noche el telón.

Los focos se van apagando,
el eco del aplauso queda lejos,
las candilejas te envuelven,
esta vez, tan sólo de soledad

como una hoja otoñal,
seca y rota sobre el asfalto
que un buen día te vio brillar...

Hay quien dice que te vieron
durmiendo para siempre en un portal,
refugiada con una foto color sepia
de aquellos otros tiempos tuyos,

sola y abandonada,
sin el calor de un beso,
de una flor en el camerino,
con tarjeta, como antaño,

cuando reinabas y eras única,
y los hombres se morían
al paso de tu mirada y tu porte,
de tu esencia, porque eras...

Y ya nadie te recuerda,
ignoran quien fuiste,
lo que brillaste al
alzarse cada noche el telón,

como una hoja otoñal,
seca y rota sobre el asfalto
que un buen día te vio brillar...

(c) Isidro R. Ayestarán, MMXI