EL CABARET DEL VERSO
ISIDRO R. AYESTARÁN

(c) 2008 - 2020

Abandonado en la puerta de un camerino en un destartalado cabaret, fue educado por siete cómicos de la legua en las más variadas artes escénicas entre libretos teatrales, plumas de vedette, pelucas, tacones de aguja, luces de neón, cuplés, coplas, boleros, marionetas, carromatos, asfalto y un sinfín de desventuras que acabaron por convertirlo en un pseudo-escritor de relatos y poemas que recita por escenarios de más que dudosa reputación junto a los espíritus de Marlene Dietrich, Bette Davis y Sara Montiel, quienes lo acompañan desde niño en sus constantes viajes a ninguna parte.

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DECADENCIA: rojo asfalto





ROJO ASFALTO
mis versos más certeros hacia el blanco de la diana de la realidad social: los semáforos en rojo de cualquier peatón ante la vida, y el asfalto que canta baladas, canciones tristes como las del poeta que perdió el amor en una apuesta arriesgada a la carta más alta.

audio poema AMANECER

Amanece difuso en mi mente,
y mi cuerpo derrumbado es la
sombra chinesca dibujada en el horizonte,
condenado a vagar en silencio
en busca de tu sombra,
soñando aún con
tu promesa rota
de no dejar de quererme.

Y amanece en la ciudad,
y te busco en cada una de sus luces.

Un juego de miradas mudas
ante el peregrinar errante
del poeta que te escribe,

el poeta que te anhela
en cada uno de sus sueños.

… Ya amanece.

(c) Isidro R. Ayestarán, 2011-2014

audio poema: RAUDA

Navegas rauda atravesando toda la calle,
a cubierto bajo un paraguas de grandes lunares,
como si así quisieras evitar el empaparte
con el recuerdo de tu última mala noche.

Rauda hacia la escena,
sin querer ahogarte con la soledad
de las bambalinas, como si con las prisas
desearas pasar por ellas fugazmente.

Rauda, calle abajo, deprisa…

Él ya no irá a verte esta noche al teatro,
y su butaca de siempre permanecerá vacía,
sin aquella luz de estrellas que te prometió
muchas otras noches atrás,
cuando no existía el vértigo ni las prisas
ni el silencio… ni los gritos ni las lágrimas
que arroja el cielo cuando las nubes se ponen
a llorar amores perdidos.

Pedaleo ágil y veloz sobre tu apagado
corazón, sin el tacto ya de unas sábanas
que huelan a amor y ternura.

Rauda, calle abajo, deprisa…

a cubierto.