EL CABARET DEL VERSO
ISIDRO R. AYESTARÁN

(c) 2008 - 2020

Abandonado en la puerta de un camerino en un destartalado cabaret, fue educado por siete cómicos de la legua en las más variadas artes escénicas entre libretos teatrales, plumas de vedette, pelucas, tacones de aguja, luces de neón, cuplés, coplas, boleros, marionetas, carromatos, asfalto y un sinfín de desventuras que acabaron por convertirlo en un pseudo-escritor de relatos y poemas que recita por escenarios de más que dudosa reputación junto a los espíritus de Marlene Dietrich, Bette Davis y Sara Montiel, quienes lo acompañan desde niño en sus constantes viajes a ninguna parte.

Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita del titular del "Copyright", bajo las sanciones establecidas en la Ley de Propiedad Intelectual, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático.

TROVADOR - Tras el velo de la madrugada



A partir del poema "Tras el velo de la madrugada", del poeta cántabro José Elizondo, el Trovador de la Madrugada bailó a ritmo de tango sobre el asfalto de sus versos.

CARROUSEL los payasos



Fragmento del espectáculo CARROUSEL (concierto de versos urbanos y de los otros).

A modo de sátira social, los payasos del show hacen circo del mundo de la política social, el 15M, la crisis económica y el mundo de las triquiñuelas políticas.

Un espectáculo que se representó en varias salas de Santander entre noviembre de 2012 y marzo de 2013.

TROVADOR - la última copa que sea de miel





Estrenado el pasado mes de abril, en el GABANA de Santander, este monólogo a base de poemas sobre un solitario perdedor, romántico y nostálgico, hilvanó versos a ritmo de jazz, tango y recuerdos.

BAJO EL VOLCÁN



Cuando despertó, hacía mucho tiempo que la aurora había dado los buenos días a los primeros vagabundos que yacían hacinados sobre el asfalto; ya se había recreado abiertamente con los que, bajo la continua pesadilla de su insomnio, habían anhelado desde hacía horas el desembarazarse de su cotidianeidad rutinaria; incluso se había deleitado con los que deslizaban sus tragedias ante hojas en blanco o partituras sobre pianos desvencijados que apenas dejaban entrever sus destellos melódicos.
El amanecer había madrugado, sí, y cuando Kayson decidió alejarse del territorio húmedo de sus sábanas onanistas, ya despuntaba el mediodía en el calendario y la música de réquiem sobre la humanidad mortecina.
Con un cigarrillo mal liado entre sus labios, vestido apenas con un minúsculo calzoncillo que no dejaba nada para la sugerencia y un sombrero de tejano americano, echó un vistazo por los botellines de cerveza que bailaban música lenta sobre el parquet. Blasfemó abiertamente al comprobar que la suerte en forma de alcohol le era esquiva de tanto habérsela jugado a una sola carta la noche anterior. Se estiró con deleite ante la ventana de su cuarto, a modo de escorzo esculpido sobre un bloque de mármol, una suerte de David entre Miguel Ángel y Donatello pero con aires de chapero suburbial, con la losa de su vello púbico despuntando en la erección matinal sin una porción de alimento en su interior. Había vaciado sus reservas pocas horas antes. Previo pago, claro.
Lesley sollozaba bajo la ventana de la alcoba de manera tímida, apenas audible para quien vuela en primera clase por su paraíso de nubes. Vestida con un camisón rasgado y con ráfagas de rimmel, sangre y lágrimas sobre el resto de un cuerpo malherido por los años dedicados a la autoflagelación, levantó la mirada con gran esfuerzo por entre los surcos de su angustia y apenas pudo decir nada que no significara otra cosa distinta a lo que evidenciaba en ese preciso instante.
– ¿Sigues aquí? – preguntó Kayson volviendo a su condición de hombre tras desperezarse a un ritmo lento incluso para él.
Ella volvió a humillar la mirada. El rió divertido y siguió buscando por el resto de la habitación. Un colchón sobre el suelo, un par de libros entreabiertos y separados en esquinas distintas, sábanas amontonadas en plan cordillera presta para la escalada… y poco más que no fueran botellas, cristales y fragmentos de una noche pesada.
– ¡¡Allí está!! – dijo tras volver a blasfemar como invitación a su juego de busca y captura.
Era un artilugio destartalado, una pequeña peana de madera con una bailarina de ballet rota a la que le faltaba una pierna, una de las manos y parte de su falda volátil. El resto, adoptando la posición de preparación para el ballet.
Kayson soltó una carcajada, la agitó entre sus manos unos segundos y una música pareció sonar del interior de la figura, que se movía torpemente de tan deshecha como estaba. Música de vals, sonido de otra época, distinta manera de bailar, otra forma de sentir la melodía… y él, retornando de nuevo al colchón, dejándose envolver por aquella sensación de bienestar, cerrando los ojos para soñar que volaba en dirección al paraíso.
Con la música, Lesley se retiró las lágrimas del rostro y se levantó poco a poco, con cansancio en unas piernas que ya jamás podrían dejar entrever lo que habían sido tiempo atrás. Se acercó al colchón y, como si fuera parte de ese mismo artilugio, bailó al son de aquella bailarina que había conocido épocas doradas. Con movimientos decididos, como si conociera la geografía exacta de aquella coreografía.
Kayson abrió los ojos, alejó el cigarrillo de la boca de un soplido certero y tras unos segundos observando el cuerpo de Lesley moviéndose al compás de la caja de música, con los jirones del camisón deslizándose por su anatomía endeble, arrojó con furia a la bailarina sobre una de las paredes. Y con el impacto y el estruendo, Lesley gritó al tiempo que se desmadejaba sobre el parquet, como si al cesar la música un Sansón bíblico hubiera derribado el templo empujando las columnas que lo sostenían.
Kayson también gritó con furia, alzando el vuelo sobre el colchón y aterrizando sobre ella con estrépito. La levantó como si fuera una muñeca de trapo, la zarandeó y la abofeteó salvajemente dos pares de veces antes de estrellarla contra el suelo.
El silencio se instaló en la alcoba de manera tajante y poderosa. Sólo el hilillo del sollozo de Lesley colocaba la pierna en la puerta para que lo dejaran pasar, como si fuera un cartero que llama más veces de las requeridas y decide entrar para que le firmen el taloncito del envío certificado.
Se habían conocido la noche anterior. El había llegado a la ciudad y se había instalado en aquel hotel de mala muerte. Ella paseaba su mala vida a cambio de unos billetes. El resto fue fácil. Un pacto nada caballeroso concluía que por una hora ella era capaz de hacerle cualquier maniobra nada desdeñosa. Y lo hizo. Cumplió su parte del trato. Pero él, lejos de solicitar hoja de reclamaciones, vertió sobre ella todo el fulgor de su cuerpo, pleno de alcohol y droga. Abusó de la hora del contrato extendiéndola más allá de la noche y la madrugada.
Ella sólo tenía ropa usada, maquillaje barato y muchas horas de vuelo rasante con el tren de aterrizaje deshecho desde hacía tiempo. Él, una bolsa que esquivaba de la mirada de ella, un atributo sexual poderoso, como de toro de rodeo, y aquella caja de música como único recuerdo de una infancia marcada a fuego en horas de maltrato paterno, reformatorios y uniformes judiciales. Una caja de música que sonaba a vida en un domingo perpetuo. Una música como señal de identidad para ambos.
Kayson se puso unos pantalones raídos, una camisa sin botones tras haberlos arrancado a lo largo de horas de presidio e interrogatorios y unas botas de montar con hebillas doradas. Adornó sus labios con otro cigarrillo tras un suspiro de desagrado, se colocó su bolsa de lona sobre la espalda y comenzó a andar en dirección a la puerta de salida.
Una última mirada entre ambos, como de reojo.
Ella volvió a levantarse torpemente, con aquel reguero de sangre desde la mejilla hasta la barbilla, con su pelo mugriento, sus ojos vidriosos nada catedralicios y su verdadero despojo como reflejo de un espejo donde la verdad – su verdad – se había cansado de reclamarla como suya.
Las sirenas de varios coches de policía hicieron acto de presencia, envolviendo la atmósfera de ruido ensordecedor en aras de la legalidad mal hilvanada en mamotretos apolillados desde hacía mucho tiempo. Pero esas sirenas no rompieron el silencio entre ambos, sus miradas y el significado de aquellos últimos instantes entre las cuatro paredes de aquel hotel de mala muerte. Como la suya.
Kayson esbozó una sonrisa triste, como de cansancio. Rebuscó en su bolsa y le arrojó un fajo de billetes. Luego, sin olvidarse nunca de su cigarrillo sobre los labios, se llevó el dedo índice de su mano derecha a ellos. Reclamaba silencio en aquel fatídico momento. Un silencio como el que le había acompañado toda su vida y del que quería alejarse para siempre.
Y lo logró. Su despedida fue todo menos silenciosa, una verdadera procesión de disparos con redoble de algarabía y gritos de viandantes.
Kayson, aquella vez, huyó en la dirección correcta. Su propio final ansiado desde hacía mucho tiempo.
Lesley se movió torpemente a lo largo del suelo de la habitación, entre los cristales de las botellas rotas y los fragmentos de las ventanas, deshechas por los disparos legales de la policía que vela por el bienestar ciudadano.
Se aferró a los restos de aquella bailarina que había sido entronizada tiempo atrás sobre una caja de música, y musitando la melodía que también había vivido y bailado tiempo atrás, cuando era una niña que supo a destiempo que las sonrisas también tienen fecha de caducidad, se dejó quemar por la lava que escupía el volcán de su propia vida.
Como la de Kayson.
Como la de tantos otros Kayson que habían pasado de largo, como si la vida no fuera algo a tomar en serio.
Hasta la última gota de lava.

(c) Isidro R. Ayestarán, MMXIV

NIGHT & DAY (v.2014)

La pared resalta estantes de libros,
sus lomos pintan títulos desteñidos,
como si los poetas se hubieran dormido
o se hubieran puesto de acuerdo en este
despistado escondite inglés.

Hay destellos de luces tenues por los rincones,
música de jazz con voz ronca al micrófono,
con ese chasquido propio de los vinilos
de otros tiempos. Lo de ahora... bueno, es otra cosa.

Hay polvo en las botellas,
desgana en torpes miradas,
rutinaria procesión de la mesa a la barra
atestada de confidencias y colillas secas.

Puede que al corazón de los enamorados se
le propine un coscorrón para ver si espabila
ante tanto estúpido "volver a empezar",
ante tanto vagar errante por el desencanto
tras los continuados rechazos.
O qué sé yo...

Tal vez vuelva a soñar con regresar a tu lado,
con retomar las charletas con los amigos
de aquellos tiempos tan lejanos, o quizá
dedique mis horas a sacar brillo a las empuñaduras
de todo lo que tengo alojado
en mis espaldas.
Qué más da...

La madrugada avanza lenta ante mi mesa de mármol,
en esta cueva prefabricada en lo alto de la cúspide
donde las pinturas rupestres adoptan la forma e imagen
de un recuerdo que prefiero que se lleve el viento…

Sin más opción que la de seguir mi camino
como mejor sé hacer, a golpe de verso,
siendo testigo involuntario de tantas miradas silenciosas,
de tantos rincones ávidos de ser colmados por mil vivencias,
confidencias mientras despunta el alba en este recoveco
de vida y grandes momentos,
una tasca olvidada, como de otros tiempos,

pero lo más cerca del cielo que he estado nunca.


(c) Isidro R. Ayestarán - 2010/14

TRAS EL VELO DE LA MADRUGADA (versos de Jose Elizondo)


 Tras el velo de la madrugada... la silueta deformada,
la apariencia inapropiada, el desvelo de la nada...
Tras el velo de la madrugada...
las cuentas pendientes donde se saldan
las deudas de poemas decadentes en el
pago de sus letras, donde los poetas callejeros
empeñan hasta sus versos.
 
Versos que se rebelan si les nombras sin querer,
si les señalas con el dedo cuando te rozan con la piel,
al preguntar sus silencios o interrogar sus acentos,
cuando les miras sin verlos, cuando les sueñas sin sueños.
 
Versos que se rebelan ante las rimas forzadas
de consonantes sin eco junto a vocales sin alma,
que quizá sólo quieran ser el suspiro de un disparo
que dispara "sin querer" pero "quiere" por si acaso.
 
Versos de poemas susurrados bajo el alba,
donde el tiempo acabará venciendo al sueño
que te clava por la espalda el filo en verso
de un aliento en soledad.
 
¡¡Madrugada!! Enséñame el ojal de tus fantasías,
la aguja de enhebrar tus noches a mis días,
enséñame los hilos de tus desvaríos
y haremos un zurcido con nuestros latidos.
 
¡¡Madrugada!! Despiértame a la hora de las
horas muertas, de las desertoras de tiempos felices,
la hora de las moscas sobre calaveras
zumbando sus alas contra cicatrices.
 
Y no dejes de hacer conmigo zurcidos
con piezas cogidas de cadáveres vivos,
con trozos de espejos donde nadie se mira,
con restos de versos caídos de poesías,
con estos zapatos hechos a patadas
desgastados de tanto andar por las madrugadas.
 
Y ya me ves, puta madrugada,
acabo con vino barato brindando a la luna,
con una aguja en el brazo enhebrando olvidos,
heridas que sangran despacio entre comisuras
de labios que besan cansados de tantos zurcidos...
 
Tras el velo de la madrugada... los amores de portales,
los gritos tras la ventana, y unos versos en el aire
que respiran la mañana que no quiere despertarse,
a quienes ya se les hizo tarde para ver cual es la cara
que se esconde tras mirarse en el espejo del alma
de noches sin encontrarse,
 
tras el velo de la madrugada.
 
fotografía: Lorena López Cañedo
realizada en la Jam Session de Poesía
5 abril - taberna GABANA
Santander

nuevo recital en la TABERNA GABANA

Dentro de las Jam Session quincenales que organiza el bar GABANA de Santander, el próximo 5 de abril, y como "artista invitado" ofreceré un adelanto de mi nuevo trabajo escénico "Trovador en la madrugada", un monólogo teatral hilvanado a base de poemas que hablan sobre la decadencia y soledad de un autor fracasado y alcoholizado.
Os espero!!!!!!


LA SIRENA DE LA CALLE CUBO (versión poema)


Era la silueta más reconocida
de las mañanas que aún no han despertado,
llevando a cuestas todo su mundo,
como los caracoles, pero en bolsas de supermercado,
con un eterno cigarrillo en sus labios,
rodeada siempre de silencio y con su
mirada anclada en el pasado.

Quienes la conocieron tiempo atrás,
sabían que había sido la musa
de un poeta decadente y torturado,
un Pigmalión oscuro cuyo único mérito
fue el haber creado al personaje por el que
aquella vagabunda sería eternamente recordada:
“la sirena de la calle Cubo”.
 
Los compositores de la época realizaron
sus nocturnos a través de los versos
que ella había inspirado. Los transformistas
la imitaron sobre sus escenarios,
ante miradas opacas de clientes que no desprendían
nada que no fuera alientos agónicos resquebrajados
en una constate ruleta rusa de arrumacos falseados.

Ella fue la imagen instalada en la memoria de los
taciturnos lectores en los cafés de luces oscuras
y pianola como banda sonora al errante vagar
que vino tiempo después…

Él se fue… partió para siempre preso de sus
propios versos que ya nadie leía, mal cimentados
en hojas en blanco, deconstruídos en flores marchitas…
él se ahogó una noche en el mar de la bahía.

Agua maldita y oscura a la luz de la luna,
foco fundido que empañó de soledad y melancolía
su propia vida. Y ella ya no fue más musa,
ni leída ni imitada, tan sólo olvidada, lejos del
aplauso, del recuerdo,
de su firma al pie de su fotografía…

La silueta más reconocida en las mañanas
que aún no habían despertado había quedado
sin una habitación alquilada donde descansar
sus ya ajados huesos, desahuciada, desterrada
por médicos, admirados y falsos amigos.

Tú eres la Sirena de la calle Cubo” le dije,
“¿Y tú? Otra alma errante que camina sobre
lágrimas sin sostenerse apenas”, me dijo ella.

Y hablamos, sí… y lo supe todo de ella a lo largo
de una noche entre copas, confidencias y algún que
otro juego de caricias… quizá con ello quiso recordar
que hubo un tiempo lejano en que había sido querida,
amada entre unas sábanas que olían a poesía…

Y tal como me contó su vida, desapareció de la
mía, lejos ya del último trago de nuestra última botella,
troquelada a lo largo de la calle en una madrugada
que se resistía a despertar…

La vi partir a lo lejos, perdida entre la nebulosa,
y le lancé un solo beso en forma de poema:
Buenas noches… princesa

(c) Isidro R. Ayestarán - Trovador de madrugada

la NOCHE TRISTE



Acuérdate de aquellas noches de poemas y estrellas,
en la que el recitar al corazón era nuestra fórmula mágica,
y donde la música increscendo era la señal de alarma
de fuego en nuestro juego de pasión.

Rasguea en la guitarra de nuestra historia de amor
la melodía que llevaba nuestro nombre,
en un título apasionado por musas y cupido,
musitado a lo más hondo de tu corazón.

Rememora en esta noche triste lo que fuimos
y lo que nos perderemos al no conjugar el tiempo futuro,
y evoca el suspiro tras tus ojos cerrados,
tu boca dibujando una sonrisa de placer,
el hospedaje a pensión completa de tu cuerpo
y las mejores vistas de tu mirada…

En esta noche triste, donde los ángeles
me acercan al país donde habitas,
lejos de este poeta solitario y abandonado.

(c) Isidro R. Ayestarán - Trovador de madrugada

CUANDO LAS ARMAS CURVAS DE LA POESIA VENCIERON A LAS ARMAS RECTAS DE LOS UNIFORMES




 

 
Nadie se lo esperaba. A eso de las diez de la noche del 18 de enero del presente, mientras don Jesús Blanco constituía sobre el escenario la República Ácrata e Independiente de Lizania en Santander, los disparos de la intolerancia y de los uniformes rectos irrumpieron en la gala para suspenderla en virtud de esas "leyes mordaza" que unos cuantos se inventaron para autogloria suya.
Sin embargo, y como la voz del pueblo en aquel 23-F, unos cuantos poetas se alzaron por encima de la platea enarbolando su verdad, sus credenciales, sus versos certeros para desarmar a los irreflexivos.
Y lo conseguimos!!!!!!!!!!!!
El grupo RST (Recreación Simulación Táctica) dio vida a los policías de asalto armados hasta los dientes, y el músico Mario San Miguel, el pintor Carlos San Vicente, los actores Evalinda Coleman, Myn Ríos y Fer, junto al propio Jesús Blanco y un servidor fuimos los que, a semejanza de aquella gran película "El club de los poetas muertos", recreamos el Anti-Manifiesto escrito con tinta color sangre y sentimiento por el poeta JOSÉ ELIZONDO.
Todo un inmenso placer. Os lo aseguro.
 
- A ver, tú, los papeles. Dame tus papeles!!!!!!!
- ¿Mis papeles? ¡¡¡Estos son mis papeles!!!!
 
LOS ABAJO FIRMANTES
Sombrereros locos sobre-mesas para trece
funambulistas cojos subidos en el alambre
corazones rotos en busca de amaneceres
solitarios solos perdidos en soledades
 
LOS ABAJO FIRMANTES
Dulcineas del Te-beso en bares de carretera
poetas callejeros en poemas sin firmar
hidalgos ingeniosos entre manchas de tristeza
Campanillas hechas polvo incapaces de volar
 
LOS ABAJO FIRMANTES
Mamíferos y mamiferas habitantes de Lizania
buscadores de las piezas de un cadáver inventado
zapateros de las huellas donde pisa una caricia
rondadores de poemas donde transita Lizano
 
LOS ABAJO FIRMANTES
Delineantes de las curvas de camino a la Utopía
salteadores de las tumbas de poetas decadentes
que escribieron las preguntas para respuestas vacías
y creyeron que en la lluvia se nada contra-corriente
 
LOS ABAJO FIRMANTES
Anti-alumnos insumisos de las militancias rectas
asesinos de los -ismos con un verso en la cabeza
vagabundos bajo el humo de revueltas callejeras
terro-artistas al ser-vicio del comando "Juan sin Tierra"
 
LOS ABAJO FIRMANTES
Los suicidas de las líneas en el filo de navajas
afiladas por Valkirias para jinetes del alba
soldados de Salamina con banderas a media asta
Sancho Panzas anar-tistas Lizanotes de la acracia
 
LOS ABAJO FIRMANTES
Los que disparan con-versos a la frente del olvido
los que secuestran los besos de los últimos suspiros
los que soñaban despiertos cuando todos despertaban
los que firman con un verso, habitantes de Lizania
 
LOS FIRMANTES DE ABAJO
"El capitán no es el capitán, el capitán es el mar!!!!!!!!"
 


y todos viajamos a través de los versos de LIZANO

 






 

 
Mas de 400 personas se dieron cita el pasado sábado en LA NAVE QUE LATE, en Santander, para asistir a la gala homenaje a la obra del gran Jesús Lizano, quien debido a su grave enfermedad no pudo asistir al show.
Actores, poetas, músicos, humoristas, gente del teatro... todos invitamos al público a viajar a través de sus maravillosos y comprometidos versos en un espectáculo de más de tres horas, coordinado artísticamente por el mimo JOSÉ PIRIS, con la presentación del clown ALEX COELHO y organizado por la revista literaria A TRAVES DEL ESPEJO...
Nombres como los músicos Cierto Pablo, Javi Guti y Javi-Bells, el grupo de percusión KEPAKE con Luigi Ruiz a la cabeza, actores y actrices como Raquel Martín, Evalinda Coleman, Antonio Catalina, el pintor Carlos San Vicente, los poetas de Absenta Poetas, Vicente Gutiérrez y Fernando Llorente y José Elizondo (autores de varios poemas dedicados a Lizano), los grupos de teatro Los Recitálicos y RST, el grupo de danza Básico, don Jesús Blanco y su recreación del propio autor catalán... y un servidor como Maestro de Ceremonias para interpretar el poema NOVIOS... todos, formando una auténtica Columna Poética en homenaje al maestro.
Va por ti, Jesús Lizano!!!!!!!!!!!!!!!!


NOVIOS, de Jesús Lizano

Al ritmo de "Comptine d´un Autre éte", de Yann Tiersen, mañana escenificaré, desde el estilo de mi Maestro de Ceremonias de este Cabaret de Sueños, "Novios", el magistral poema de Jesús Lizano que, por esas cosas de las galas artísticas masivas, he adaptado a cinco minutos al ritmo de la melodía al piano del autor francés.
Un cálido homenaje al poeta catalán que, a través de sus distintos títulos, se presenta como un evocador viaje donde la poesía irá de la mano del teatro, el mimo, la danza, la música y el humor.
No os lo podéis perder.
 
"Qué puede hacer el poeta más que animaros a soñar el día en que todos seamos novios a la conquista de la inocencia"
 
LIZANEANDO, homenaje al poeta Jesús Lizano
18 enero 2014 - 20.00 horas
LA NAVE QUE LATE - Santander

preparando la gala LIZANEANDO!!!!!

"¿Qué puede hacer el poeta sino animaros a soñar el día en que todos seamos novios a la conquista de la inocencia?"

LIZANEANDO (gala homenaje al poeta JESÚS LIZANO)
18 enero 2014 - 20.00 horas
LA NAVE QUE LATE - Santander

LIZANEANDO (gala homenaje al poeta Jesús Lizano)


"Hemos construido un mundo de falsos hermanos, y si no vamos a un mundo en el que todos seamos novios, decidme... ¿a dónde vamos?"                                       - Jesús Lizano

El próximo 18 de enero, varios "niños barbudos" nos reuniremos en LA NAVE QUE LATE, nuevo espacio cultural de Santander, para rendir un merecidísimo homenaje al poeta y pensador libertario JESÚS LIZANO (Barcelona, 1931) en una gala coordinada por el artista de mimo y clown JOSÉ PIRIS y organizada por la revista literaria A TRAVÉS DEL ESPEJO (con Luigi Ruiz y Jesús Blanco a la cabeza), que presentará su último número en dicho evento.
Un viaje apasionante a través de los poemas del autor catalán en el que tendrán cabida el mundo del teatro, la música, la pintura, la danza, la poesía...
Evalinda Coleman, Absenta Poetas, Raquel Martín, Antonio Catalina, RST, Básico, FM-Hop, Jos-E-Lizondo, Javi Guti, Javi-Bells, Carlos San Vicente, María Alcaraz, Colectivo La Barraca, Fernando Llorente, Vicente Gutiérrez, Cierto Pablo, Mario San Miguel... y un servidor, entre otros, daremos vida desde las distintas manifestaciones artísticas a los versos de este entrañable autor que, desde cada uno de sus poemas, invita a una reflexión certera sobre la situación social del mundo.
Y como tiene que hacerse... será un homenaje en vida en el en algún momento de la gala el mismo Jesús Lizano intervendrá en directo.
No os lo podéis perder. Os esperamos!!!!!!!!!!!!!!!!!!

LIZANEANDO (gala homenaje al poeta JESÚS LIZANO)
sábado 18 enero 2014 - 20.00 horas
LA NAVE QUE LATE (Barrio Pesquero) - Santander