Eres una marioneta,
un simple títere entre bambalinas
en este absurdo teatro de la vida,
manejada y limitada,
sin voz ni expresión
al antojo de un ancestral señor feudal
que te agujerea el alma
sin piedad alguna,
dictando hasta tu forma de reír,
sentir, soñar, vivir…
Hilos que te alzan más allá
de tu mirada…
pero que la humillan
sin ninguna contemplación.
Eres una marioneta,
un juguete roto
en el callejón angosto
de los ceros a la izquierda,
una sombra errante abandonada
en un destartalado desván,
a quien nadie va a visitar…
Y estás sola…
sin voz ni expresión
ni luz en el corazón,
pero también sin fuerzas
para rendirte.
Siempre hacia delante, marioneta,
sin que nadie te arrebate tu propia vida.
Tu propio ser.
Marioneta,
títere en un guiñol,
sin nombre ni luz
en tu corazón,
a la caza de ese halo de luz
que te impulse más allá, marioneta,
siempre hacia delante…
Y dejarás de ser una marioneta,
un simple títere ente bambalinas
en este absurdo teatro de la vida.
(c) Isidro R. Ayestarán, 2012