Desdoblado, anfitrión en mi jardín
esperpéntico y solitario,
sostenido por un salitre de sabor
áspero
que, por el contrario, me regala
una vida negada mil veces.
Respiro, y sueño como entonces…
Una merienda disparatada, con tazas y
cubiertos
antaño para dos, aguardando
a la liebre apresurada y a la niña
Alicia,
y a aquel al que llamaban Sombrerero
Loco,
tocado con su chistera.
Tocado pero no hundido,
como yo, por estas nubes a modo
de brújula que me sostienen por encima
de un sueño del que no quiero
despertar hasta llegar a la orilla de
esa tierra
a la que llaman patria de cuerdos.
(c) Isidro R. Ayestarán
extraído de "Silentium." (Alas Ed.,2017)