EL CABARET DEL VERSO
ISIDRO R. AYESTARÁN

(c) 2008 - 2020

Abandonado en la puerta de un camerino en un destartalado cabaret, fue educado por siete cómicos de la legua en las más variadas artes escénicas entre libretos teatrales, plumas de vedette, pelucas, tacones de aguja, luces de neón, cuplés, coplas, boleros, marionetas, carromatos, asfalto y un sinfín de desventuras que acabaron por convertirlo en un pseudo-escritor de relatos y poemas que recita por escenarios de más que dudosa reputación junto a los espíritus de Marlene Dietrich, Bette Davis y Sara Montiel, quienes lo acompañan desde niño en sus constantes viajes a ninguna parte.

Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita del titular del "Copyright", bajo las sanciones establecidas en la Ley de Propiedad Intelectual, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático.

LAS SONRISAS MUDAS


Imagina que no hay países,
no es difícil, hazlo,
nadie para matar, ni por quien morir,
ni siquiera religión.
Imagina a toda la gente
viviendo su vida en paz.
(Imagine – John Lennon)

Me gustaría inventar un nuevo idioma,
basado en lo que aprendí de pequeño,
en el que la sonrisa todo lo puede
y donde el odio y el rencor no son más
que el fruto del sueño del dignatario loco.

Me encantaría que este mundo fuera
gobernado por la candidez de un niño,
con la única preocupación de carecer
en su habitación de juguetes rotos:

Ojalá pudieras escucharme desde tu
rinconcito de las nubes, donde el sol
parece no ser el prota de tu nueva peli
sobre el sempiterno tema de los buenos y malos.

Y ojalá, también, te detuvieras un momento a escuchar
el lamento amordazado de aquellas
sonrisas que son mudas de sentimiento,
ahogadas en mil lágrimas de sufrimiento.

Quisiera que miraras en la dirección acertada,
a través de mi párvula mirada que se
hace mayor en este tiempo equivocado,
donde las muñecas se convierten en granadas,
donde el coche teledirigido se parece a un tanque
y donde los muertos no se levantan al
acabar la función sobre este escenario.

Quisiera que me explicaras por qué hay otros niños que lloran,
por qué gritan de miedo al escuchar las bombas,
por qué entierran a sus padres antes de hora,
por qué hay lugares donde nos enseñan a matar
antes de saber a sumar, restar, sentir, reír…

por qué hay lugares del mundo donde no se
aprendieron la lección de cómo saber amar.

(c) ISIDRO R. AYESTARAN, 2008