Pasarás sin ser visto, de puntillas
por
la vida, como una sombra chinesca
ante
un aforo vacío tras una sábana
agujereada
por el destino,
como
una procesión de gatos
sobre
el tejado a la sombra de las estrellas,
como
ese deseo que se sueña – antes de verse
incumplido
– al paso de una estrella fugaz.
Pasarás
sin ser visto, con ese silencio
tuyo
tan ajeno a la algarabía, como un
convidado
de piedra sobre una mesa
ataviada
con mantel de hilo,
tan
opuesto a la banda sonora de los arrumacos
con
que se musicaliza la pasión de dos amantes,
como
un arco iris en blanco y negro
desteñido
por el humo de una gran ciudad.
Pasarás
sin ser visto, sobre arenas
movedizas
que ahogan y aprisionan,
como
un títere desmadejado por el escaso
talento
de su creador, como el corazón
dibujado
en la arena que circunda dos nombres
y
una fecha antes de ser borrado por la bravura
del
mar, celoso por no sentirse amado en las
frías
noches del invierno.
Pasarás
sin ser visto, una vez más,
pero
aun así sabré que eres tú quien
atraviesa
la frágil frontera del empecinamiento,
y
correré hacia ti, me impulsaré hacia ti
porque,
la vida me lo enseñó a mí también,
qué
triste es viajar solo.
(c) Isidro R. Ayestarán - MMXIX
"El caminante sobre el mar de nubes" - Friedrich