EL CABARET DEL VERSO
ISIDRO R. AYESTARÁN

(c) 2008 - 2020

Abandonado en la puerta de un camerino en un destartalado cabaret, fue educado por siete cómicos de la legua en las más variadas artes escénicas entre libretos teatrales, plumas de vedette, pelucas, tacones de aguja, luces de neón, cuplés, coplas, boleros, marionetas, carromatos, asfalto y un sinfín de desventuras que acabaron por convertirlo en un pseudo-escritor de relatos y poemas que recita por escenarios de más que dudosa reputación junto a los espíritus de Marlene Dietrich, Bette Davis y Sara Montiel, quienes lo acompañan desde niño en sus constantes viajes a ninguna parte.

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LA DIVINA SORAYA - intro al primer capítulo


"Al queridísimo público a quien tanto he echado de menos, a quien realmente me debo, de quien tanto aprendí a golpe de su calor y su verdad en cada aplauso, en cada sonrisa arrancada tras una frase ingeniosa o de mi particular manera de entender la copla, y por tantas otras cosas que no vienen al caso en este preciso instante, debo decirle y confesarle, y por tanto digo y confieso a viva voz, tal cual suena, sin necesidad de anestesia o edulcorante alguno, que una vez que me decidí a abrir de nuevo mis baúles, desempolvar mis estolas, pelucones, trajes de fantasía y afinar la voz en dos pases de auténtica canción española, ya no hay quien me pare, y que mi retorno al mundo del escenario es más que inminente. Que tengo hambre de escena, vamos, y que si decidí exiliarme del mundo de los camerinos y los focos en aquel aciago instante en el que me enteré de que mi gran Sara Montiel se nos había ido del todo para siempre, igualita en intensidad es mi decisión de volver a ellos. Y no es que se me haya pasado la pena, no, pero si en aquella triste tarde en que peregriné junto al cortejo fúnebre por toda la Gran Vía madrileña, llorando a mares y océanos mientras contemplaba en el cine de Callao las grandes imágenes de aquella violetera única e irrepetible, me dije a mí misma y mi misma inmensidad física que mi vida artística carecía de sentido si ella ya no podía verme actuar, hoy, desde este retiro espiritual en el que estoy dedicada a la oración y el recogimiento – y a comer como una auténtica bestia marina, para qué vamos a engañarnos a estas alturas de la vida –, he tomado la determinación de que el volver a los escenarios es de necesidad vital para el menda, por ella, su memoria y por mantenerla viva, qué coño. Que este mundo de la farándula cada vez es más raro y falso, que ya no me creo ni los rigurosos directos de nadie, y que ante tanto intrusismo de unos y de otros, las que somos auténticas por todos los costados y geografías diversas debemos hacernos valer y respetar, como si la Agustina de Aragón reviviera en cada poro de nuestra piel. A cañonazo limpio. "