EL CABARET DEL VERSO
ISIDRO R. AYESTARÁN

(c) 2008 - 2020

Abandonado en la puerta de un camerino en un destartalado cabaret, fue educado por siete cómicos de la legua en las más variadas artes escénicas entre libretos teatrales, plumas de vedette, pelucas, tacones de aguja, luces de neón, cuplés, coplas, boleros, marionetas, carromatos, asfalto y un sinfín de desventuras que acabaron por convertirlo en un pseudo-escritor de relatos y poemas que recita por escenarios de más que dudosa reputación junto a los espíritus de Marlene Dietrich, Bette Davis y Sara Montiel, quienes lo acompañan desde niño en sus constantes viajes a ninguna parte.

Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita del titular del "Copyright", bajo las sanciones establecidas en la Ley de Propiedad Intelectual, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático.

QUERIDA MAMA


Hola mamá:
Hace tiempo que no hablamos, lo sé.
Hace mucho que creaste esa absurda barrera
infranqueable entre tú y yo. Hace tanto, mamá...


Nos hemos convertido en sombras proyectadas
en una pared, en el mejor sinónimo del silencio
y en un constante nudo en la garganta y el corazón.


Lo siento... Me enamoré, mamá. Y lo hice
sin pararme en las consecuencias que podría
traernos a nosotras dos. Caí en sus brazos
y me rendí ante la felicidad que me proporcionaba
estar con él... Por vez primera, mamá,
un hombre me hacía olvidar que fui inmensamente
infeliz en aquella casa oscura donde papá nos hizo
tantas veces la vida imposible. ¿Te acuerdas?
Llorábamos juntas, callábamos juntas y nos mirábamos juntas.
Y así fue hasta el día en que desaparecí para siempre.


Sé que partir de cero es una cuesta harto difícil,
que nos habíamos acostumbrado a mirarnos para
comprender el significado de la vida atroz que llevábamos...
Quiero que sepas que no fue mi intención el hacerte daño
aunque me doliera el dejarte sola y huir entre los brazos
del amor, que te sigo queriendo, y que te echo mucho de menos.


Sé que te dejé sola con tu amargura y tu nostalgia de la felicidad.
Y sé también que, si me lo permites, el regresar a tu lado
dejará de ser una quimera que lloro desde hace tiempo.
Le quiero a él y te quiero a ti. Quiero estar con él y quiero
estar contigo. Quiero volver a compartir contigo nuestra bahía,
sentir juntas la brisa en nuestros rostros y mirarnos a
los ojos para sentirnos acompañadas...
Y es que te quiero tanto, mamá.


¿Me escuchas, mamá?

¿Estás ahí?

Un texto antiguo, de la colección de NOCTURNOS, para el recital sobre la Mujer que escenificaré en mi nuevo show MUÑECAS DE CRISTAL

(c) ISIDRO R. AYESTARAN, 2007

7 comentarios:

pepa mas gisbert dijo...

No debe perderse nunca la oportunidad de ser feliz por un mal entendido cariño a una persona. Que una hija quiera a alguien no supone nunca que deje de querer a su madre o que la abandone. Debe buscarse siempre el reencuentro con todos los amores.

Besos

Gittana dijo...

Dioses!!! cuanta tristeza, cuanta nostalgía, me encantaron tus letras...

Es un honor para mi que tu haya pasado por mi etterna oscuridad...

ahora soy tu seguidora fiel...

Tanay

Prince W. Cantodea © dijo...

Impresionante trabajo...
interesante y original...

me ha servido de inspiración a este pobre aprendiz de escritor.


saludos!
Prince Okami D'aria

R. dijo...

Bonito blog, un saludo.

Raquel.

Anónimo dijo...

a veces en HM veo madres con sus hijos mayores y sus novios y de una naturalidad genial como en las pelis de Almodovar...

me mola y que los hombres se besan y abrazan en Chueca...

creo que tu y tu madre teneís una asignatura pendiente...

(gracias por pasar y lo del mañana era real. uno es real y el otro es virtual sólo que los mezclo pero no debo dar este tipo de explicaciones porque no mola...)

Anónimo dijo...

que bonito....y ahora que llega el dia de las madres..para dedicar esta bien...me ha gustado

saludos....

peibol dijo...

Es ley de vida casi; la gente se empareja, está un poco más ausente, y los que ya estaban en la vida de la persona, se sienten rechazados y se lo toman como algo personal. ¿Conclusión? Hablando se entiende la gente. Nunca me cansaré de decirlo