EL CABARET DEL VERSO
ISIDRO R. AYESTARÁN

(c) 2008 - 2020

Abandonado en la puerta de un camerino en un destartalado cabaret, fue educado por siete cómicos de la legua en las más variadas artes escénicas entre libretos teatrales, plumas de vedette, pelucas, tacones de aguja, luces de neón, cuplés, coplas, boleros, marionetas, carromatos, asfalto y un sinfín de desventuras que acabaron por convertirlo en un pseudo-escritor de relatos y poemas que recita por escenarios de más que dudosa reputación junto a los espíritus de Marlene Dietrich, Bette Davis y Sara Montiel, quienes lo acompañan desde niño en sus constantes viajes a ninguna parte.

Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita del titular del "Copyright", bajo las sanciones establecidas en la Ley de Propiedad Intelectual, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático.

ENEMIGA MÍA (para el grupo de Lunes del Bolero Prohibido)


Enemiga mía,  te escribo estas líneas

a la manera de los tiempos donde

el juego de escritorio era el regalo ideal

y premonitorio para todo artista de las letras.

 

Algo sencillo, bloc con hojas fáciles de arrancar,

bolígrafo y lapicero – en el mejor de los casos –,

y sobres del mismo color. Algo sencillo y para

todos los gustos y con todos los diseños.

 

Para la ocasión he elegido un papel color rojo

putón – no por nada, la verdad, o quizá por todo,

quién sabe –,  para hilvanar con furia y pasión 

lo intenso e hiriente de nuestra historia de amor.

 

Y luego, claro está, se encuentra la apasionante

aventura de echar la carta al buzón, con la intriga

de esos días interminables por saber si la recibirás

o si se extraviará entre las numerosas sacas

de letras perdidas con que se adorna la vida.

 

Seré breve, no por similitud de duración

de lo nuestro, sino, más bien, por no

extenderme demasiado en dejarme la cabeza

en esculpir nuestro estúpido epitafio.

 

Enemiga mía – encabezo –, te diré, te escribo,

que hoy es la primera mañana que amanece

mi cama despojada de tu presencia,

y es hoy – termino –, cuando,

por vez primera en mucho tiempo,

 

me he puesto a temblar al verme tan vacío

sin ti a mi lado.  


(c) Isidro R.  Ayestarán

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